Los autocaravanistas no son una amenaza
Acuden a las poblaciones para llenar y sumar ingresos a los comercios, dejando sus gastos. Van a llenar no a vaciar
JESÚS GALLARDO
Presidente de la Plataforma Nacional de Autocaravanas Autónoma (PACA)
Jueves, 9 julio 2020, 00:02
Escribo este artículo en réplica al que publicó el pasado sábado Ignacio Suárez Zuloaga, titulado 'La plaga de las autocaravanas', en el que arremetía contra el sector del autocaravanismo. Yo represento a muchas personas a las que ha ofendido y humillado.
¿Qué problema ha tenido este señor?, ¿le ha atropellado a su perro algún autocaravanista? ¿Tiene acciones en un camping, hoteles, intereses en turismo de otro tipo?... o simplemente ha aprovechado el filón que están dando los medios de comunicación a las autocaravanas y ha decidido ir a por ellas. Sus inoportunas opiniones están cargadas de mentiras, que solo pueden responder a presuntos intereses creados.
Los autocaravanistas no son una amenaza ni agresión para los lugares en los que acampan ni para el medio ambiente. El autor del artículo no sabe qué significa estacionar y acampar; precisamente los autocaravanistas estacionan donde y como cualquier otro vehículo, y acampan de forma autorizada dentro precisamente de campamentos de turismo (campings), donde aportan el 85% de las ganancias de estos alojamientos.
Amenaza y delito contra el medio ambiente y entorno paisajístico es destruir fauna, alterar los montes naturales, crear campings en parajes naturales protegidos, construir hoteles en costas de dominio público marítimo terrestre y zonas no autorizadas con fines urbanísticos, verter a las alcantarillas toallitas, lejías, sosas, detergentes, pinturas, medicamentos y tantos objetos que sí dañan y degradan el medio ambiente, todo esto se realiza desde viviendas edificadas.
Los autocaravanistas jamás tiran esas materias. El señor Suárez Zuloaga les acusa de realizar necesidades fisiológicas en las vías públicas, y no es así.
Como no sabe la diferencia entre la España vacía y la España vaciada, le daré una simple clase de gramática: vacía es un adjetivo que en su segunda acepción significa «[lugar público] Que no tiene gente o tiene muy poca», mientras que vaciada «es una acción de vaciar», es decir, dejar vacío algo. Los autocaravanistas acuden a las poblaciones para llenar y sumar ingresos a los comercios, dejando sus gastos. Van a llenar no a vaciar.
Al menos cuatro días a la semana almuerzan o cenan en restaurantes y disfrutan de la gastronomía local y la artesanía en las poblaciones pequeñas. Lo que no hacen es gastar 80 euros solo por dormir dos personas en un hotel, o 110 euros en una casa rural, porque los autocaravanistas ya han comprado el hotel por anticipado, favoreciendo a la economía de nuestro país.
Han gastado un mínimo de 50.000 euros, de los que parte van a las arcas del Estado y otros a los ayuntamientos, aportan al país más que el autor del artículo.
Crean puestos de trabajo directos e indirectos y dejan el dinero que jamás se gastará a lo largo de una vida un turista de hotel o de otro tipo.
Estas casas ecológicas como las llama son vehículos automóviles homologados en todos los sentidos que cumplen la legislación europea y española del medio ambiente.
Imagino que también estará en contra de los camiones o autobuses que consumen más de 35 litros o de los trenes que hay en España aún de combustibles derivados del petróleo, incluso de las emanaciones del queroseno de los aviones o de las grandes calderas de los hoteles evacuando gases tóxicos a la atmósfera.
Su medio de locomoción para desplazarse dentro de las poblaciones no es una bicicleta, el de muchos autocaravanistas sí.
Una autocaravana lleva en su interior un cubo para residuos sólidos, donde se deposita la bolsa hermética y no se desprende olor. Ni están de botellón ni alteran el orden público en las poblaciones.
El autocaravanista paga el impuesto de residuos sólidos urbanos en su Ayuntamiento, donde se empadrona y no utiliza este servicio cuando está fuera. Los que acuden a hoteles de igual forma no lo hacen, ni los que acuden a apartamentos, segundas residencias u otros. Los tiran en el contenedor apropiado donde se encuentran y no existe nada ilícito ni fuera de la legalidad.
¿El señor Suárez Zuloaga ha visto a los turistas de hoteles u otros cuando acuden a la playa echar un euro en la ducha para bañarse o van al Ayuntamiento después de terminar sus vacaciones a pagar el recibo del agua?
Ningún autocaravanista le quitará las vistas de los miradores, al mar, a los pinares, a las estrellas y al faro en el lugar en el que pase sus vacaciones.